[extracto de La Panera, Exposición Destacada]

Por Ignacio Szmulewicz R.



“Penetrar en una de sus obras es ingresar a un terreno de sutiles combinaciones, desvíos mínimos; un mundo donde lo monumental es logrado por la acumulación de intentos que, en su fuerza, sinceridad y artesanía, transmiten una emoción suprema.”

El mundo contemporáneo se abastece de una infinita red de intercambios y conexiones; una invisible malla que se ancla en el fondo marítimo y en el vacío de la estratósfera. Lejos han quedado los tiempos de un dramático Hernán Cortés ordenándole a sus secuaces “quemar las naves”. El ánimo por estos días es líquido, mientras esa fluidez pueda enviarse velozmente por los canales digitales de la comunicación de masas.

Al otro lado del gigantesco Pacífico, en las lejanas islas de Nueva Zelanda, se encuentra viviendo la artista chilena Ana Catalina Vicuña (1977-). Desde comienzos del nuevo siglo, ha decidido desarrollar su carrera en la ciudad de Christchurch, en la costa suroeste del país. Diseñadora de profesión, cada cierto tiempo se ha preocupado por presentar al público alguna de sus nuevas incursiones, principalmente con el lenguaje abstracto, terreno que domina con maestría.

A contrapelo que la gran mayoría de los creadores locales de esa generación, tan críticos y paródicos de la geometría pura de sus antepasados directos (Hamilton, Navarro), Ana Catalina mantiene vivo el espíritu tan radical de los primeros años del siglo XX: la transgresión de la perspectiva por la abstracción. Rosalind Krauss lo había dicho: el gen de la retícula fue algo que transitó desde los primeros años de Piet Mondrian hasta la pintura norteamericana de Barnett Newman, incluso con los vaivenes posteriores de un Lawrence Weiner. Nuestro caso es distinto. La retícula ha formado un hiato más en la consecución de las imágenes del mundo precolombino. Un horizonte interminable de referencias que se basan en la geometría para captar tanto la geografía como las leyendas míticas de corte animalista (la serie “Otro lugar…aquí mismo” del 2015). En todos lados, caimanes, montes y ríos primitivos se funden en representaciones que contienen en lo mínimo la esencia de una totalidad (serie “Mente serena” del 2009).

El trabajo de Ana Catalina Vicuña cruza ese pasado pre-moderno con la variabilidad algorítmica que cautivó a diseñadores, arquitectos y artistas en los albores de la cultura digital a comienzos de los 90 y que continúa siendo parte de los debates más furiosos. ¿El mundo dominado de ceros y unos es uno de imágenes en HD o bien de sensaciones abstractas? Lo cierto es que la obra de esta artista se inclina por lo segundo. Penetrar en una de sus obras es ingresar a un terreno de sutiles combinaciones, desvíos mínimos; un mundo donde lo monumental es logrado por la acumulación de intentos que, en su fuerza, sinceridad y artesanía, transmiten una emoción suprema (serie “190.05.01” del 2012). El color local, inclinado hacia los ocres, rojos y azules; la cuadrícula lúdica y quebradiza o el ingenio óptico se soportan en una modernidad que tenía plena confianza en los artilugios de la humanidad para expandir tanto el cuerpo como la mente. La puesta en duda de la división entre objeto y sujeto no fue para nada el salto hacia el vacío del post-estructuralismo sino que un progreso de las capacidades sensoriales.

Esa modernidad se siente hoy en crisis: yace aletargada en la confianza de la tecnología que día a día transporta al cuerpo al nuevo Olimpo cyberpunk (“Black Mirror”). Por lo mismo, los resabios del frágil lugar de la pintura en todo esto resemblan una Ciudad de los Césares donde la confianza en los descubrimientos proviene del acto de mirar y frotarse los ojos; captar con intuición el brillo de lo entregado. En esto, el arte de Ana Catalina Vicuña es ejemplar y le debemos una atención no menor. Las piezas de su muestra “Tides” en la PG Gallery 192, por lejos que se encuentren, nos llegan, deleitan y alucinan, llevándonos a un terreno desconocido.




link a la revista ︎

La Panera , revista mensual de arte y cultura
Julio 2019 / Chile

all rights reserved copyright © | Ana Catalina Vicuña 2004-2023

designed by María Bascuñán